Existen tan solo seis ciudades en el mundo cuyo territorio se encuentra en dos continentes. Almería es una de ellas. Alborán, isla adscrita al barrio de Pescadería, se encuentra en plena plataforma continental africana. En días despejados, desde las cimas más altas de nuestras montañas podemos vislumbrar las del país vecino, Marruecos. Y no digamos desde determinados puntos de nuestra comunidad, como Tarifa, donde a simple vista apreciamos cuando Tánger, la puerta de África, se despereza al alba o enciende sus luces al decaer el sol.
El periodo andalusí legó a nuestra lengua más de 4000 vocablos; muchos de nuestros monumentos más bellos corresponden a esa época. Sólo en Andalucía convivimos con más de 150000 vecinos de origen magrebí. Por nuestros puertos transitan anualmente más de tres millones de personas que viajan a un lado u otro de “la Ribera” tal y como llamaban nuestros antepasados a la playa allende el mar.
En una época en que todos miramos hacia Europa no debemos caer en el error de olvidar los lazos geográficos, históricos y vitales que nos entroncan con los países árabes, un mundo que se despliega a sólo una mirada de distancia.
Permítanme una pequeña revelación. Desde hace un tiempo disfruto de una vocación que me enamora cada día más. El estudio del árabe desvela las fuentes donde mis ancestros bebieron. Este idioma me abre nuevas posibilidades a la par que me acerca a una cultura que, paulatinamente, derriba un prejuicio tras otro. La lengua árabe me ayuda a entender mejor el mundo en el que vivo.
Por ello contemplo pesaroso como en El Ejido, cuna de una auténtica alianza de culturas, mis compañeros de la Escuela Oficial de Idiomas (EOI) no podrán disfrutar del mismo derecho que gozamos en Almería. Una decisión precipitada ha cercenado a la comarca del Poniente la oportunidad de abrirse nuevos caminos escudriñando viejos mapas. Si este error no se corrige la lengua árabe dejará de estudiarse en su Escuela el próximo curso. Desde esta columna rindo todo mi apoyo al colectivo de estudiantes, profesores, arabistas y ciudadanos que, en bloque, defendemos la permanencia de este idioma en la EOI de El Ejido. Porque el inglés, el francés o el alemán abren puertas, sí. Pero el árabe, además, nos vincula a lo que somos, a lo que fuimos. Este idioma nos acerca a nuestros vecinos y refuerza el puente que, entre una y otra orilla de nuestro mar, ha existido siempre.